No sabe el mar que es domingo.
Se relevan, inmortales,
las olas a cuerpo limpio.
Cada vez que muere alguna,
la misma ocupa su sitio.
No sabe el mar que es un náufrago.
Sin reloj y sin amigos,
el mar flota sobre el mar,
ni cómplice ni testigo,
ensimismado en su azul,
y ajeno, como Dios mismo.
Mientras va y viene en la orilla
no sabe el mar que lo miro.
Manuel Alcántara
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